Skip to main content

Cuando se pierde una pieza dental, la principal preocupación suele ser cómo reemplazarla. Sin embargo, un desafío igualmente importante, aunque menos visible, es la pérdida de hueso que se produce en la zona. Aquí es donde la implantología moderna nos ofrece soluciones extraordinarias. Los bioimplantes dentales regenerativos representan un salto cualitativo, ya que no solo sustituyen el diente ausente, sino que están diseñados para colaborar activamente con el cuerpo y **recuperar el tejido óseo perdido**.

En nuestra práctica como cirujanos maxilofaciales, vemos estos implantes como una herramienta que va más allá de la simple reposición. Su secreto reside en el uso de **materiales y superficies bioactivas** que el organismo reconoce y utiliza como andamiaje para construir nuevo hueso. De esta forma, conseguimos una base sólida y saludable, devolviendo al paciente una función y estética completamente naturales y duraderas.

Principales ventajas de esta tecnología

La principal ventaja que observamos en nuestros pacientes es una **osteointegración de calidad superior**. A diferencia de los implantes convencionales, estas soluciones con capacidad regenerativa poseen superficies tratadas que envían señales biológicas a las células óseas, acelerando su adhesión. Esto se traduce en una estabilidad excepcional del implante desde las primeras fases de la cicatrización.

Este enfoque biológico a menudo nos permite optimizar los tiempos del tratamiento. Al fomentar la creación de hueso directamente donde se necesita, podemos **reducir la necesidad de procedimientos complejos de injerto óseo** en determinados casos. Para el paciente, esto significa un camino más directo y confortable hacia su nueva sonrisa. Además, al trabajar en sintonía con los procesos de curación del cuerpo, se minimizan los riesgos de complicaciones, logrando una integración más armónica y predecible a largo plazo.

¿Cómo funcionan estos implantes?

Para entender su funcionamiento, debemos pensar en el concepto de **bioactividad**. Los materiales de estos implantes, generalmente titanio con tratamientos superficiales avanzados, no son meros soportes pasivos. Al entrar en contacto con el entorno biológico, liberan iones que actúan como catalizadores, estimulando a los osteoblastos (las células responsables de formar hueso) para que colonicen la superficie del implante y depositen matriz ósea nueva.

En muchas de estas intervenciones, complementamos la técnica con el uso de membranas reabsorbibles. Estas membranas actúan como una barrera selectiva, protegiendo el área donde queremos que crezca el hueso. Evitan que tejidos de crecimiento más rápido, como la encía, ocupen ese espacio vital. El resultado de esta **regeneración ósea guiada** es una base ósea robusta y perfectamente adaptada para soportar la futura corona dental.

Candidatos ideales para este tratamiento

En nuestra consulta, identificamos como candidatos ideales a aquellos pacientes que presentan un **déficit óseo**, ya sea por extracciones antiguas, enfermedad periodontal avanzada o traumatismos. Si el hueso maxilar no tiene la altura o anchura suficiente, este tipo de implantes nos proporciona la capacidad de regenerarlo mientras se integra el propio implante.

También son una excelente opción para personas que buscan soluciones odontológicas más alineadas con la biología de su propio cuerpo. Por supuesto, la idoneidad de cada caso debe confirmarse con un estudio exhaustivo. En el Instituto, realizamos un análisis detallado que incluye tomografía computerizada (CBCT), evaluación de la salud general y de los hábitos del paciente para diseñar un plan de tratamiento personalizado y garantizar los mejores resultados posibles.

El procedimiento de colocación

El proceso de colocación de un implante bioactivo combina la precisión de la cirugía moderna con un profundo respeto por los tejidos del paciente. Todo comienza con una **planificación digital milimétrica** a partir de imágenes 3D. Esta fase nos permite determinar la posición, el ángulo y la profundidad exactos del implante antes incluso de entrar en el quirófano, maximizando la seguridad y la predictibilidad.

La intervención se desarrolla en varias fases clave que garantizan el éxito del tratamiento.

Fase Descripción
1. Planificación Se utilizan imágenes 3D (CBCT) para diseñar digitalmente la posición exacta del implante, asegurando la máxima precisión y seguridad.
2. Intervención Quirúrgica Mediante técnicas mínimamente invasivas, se coloca el implante en la ubicación planificada. Comienza el proceso de osteointegración y regeneración.
3. Fase Protésica Tras un periodo de cicatrización de varios meses y una vez confirmada la integración, se coloca la corona definitiva para restaurar la función y estética.

Durante todo el proceso, realizamos un seguimiento cercano para asegurar que la evolución es la correcta. Una vez confirmada la integración sólida del implante, procedemos a la fase final: la colocación de la corona definitiva que devolverá la plena funcionalidad y estética a la sonrisa.